Jalisco y la Historia de las Frases O?ciales

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Las frases o lemas o?ciales, forman una parte muy poco estudiada del universo literario

Los escritores y analistas de la lexicografía , suelen ocuparse de todo tipo de oración, aluden a las citas y mencionan fórmulas, máximas y locuciones, incluyendo como divisas a ciertos “lemas o?ciales”, pero sin llevar a cabo un recuento de la evolución de dichas expresiones.
 

Notario Pedro Vargas Ávalos

Ya los romanos se referían en sus escritos y cuentas cronológicas, a la frase “Ad Urbe Condita“, estableciendo la manera de contar los años desde la fundación de Roma en el 753 antes de Cristo. El “In hoc signo vinces” de Constantino, lo enlazará.

En muchísimos documentos antiguos, encontramos proverbios y máximas que servían cual fórmulas, como la de los jesuitas, “Ad Majorem Dei Gloriam”, que sirven de epígrafe a los libros de la Compañía, o de simples inscripciones ordinarias de sus obras.

En los papeles de índole o?cial sujetos a posterior aprobación, era común y lo sigue siendo, el aceptarlos “ad referendum”, es decir, a condición de que informado quien corresponde, los refrende o apruebe.

No pocos caudillos se manejaban, ya al arengar a sus milicianos o al cartearse con sus padres, rematando sus comunicaciones con un tajante : “O vencer o morir.” En la monedas, ya antiguas o modernas, suelen imprimirse leyendas que surten efectos de lemas o?ciales, tales como “dei Gratia” que España repitió o la franquista “España Una y Grande”.

En nuestra patria, numerosas son las monedas que lucen expresiones alusivas ya a principios o frases: “La Patria es primero”, de Vicente Guerrero o la “Tierra y Libertad”, de Emiliano Zapata.

La divisa de la Gran Bretaña es muy reconocida : “Dieu et mon droit” (Dios y mi derecho).

Y así el inglés construyó su imperio, tal cual ahora sus herederos de Estados Unidos pregonan : “In God We Trust” (En Dios con?amos).

La frase pues, en término general es un conjunto de palabras con sentido, pero en signi?cado estricto, el lema es una locución expresiva y breve.

Al menos esa es la idea que debemos admitir para entender las frases o?ciales mexicanas.

Por lo que respecta a otros países, son muy afamadas las de Luis XIV, “El Rey Sol”, para indicar que era superior a todo el mundo : “Nec ploribus impar”, que los norteamericanos transforman en el “Epluribus Unum” y en Bélgica traducen como “L’ Unión fait la force”.

Los lemas o frases o?ciales, tienen raíz histórica – ideológica, y cuando además del uso o?cial, el pueblo las reconoce y acepta, adquieren carta de naturaleza nacional. Tal es el caso de “Sufragio Efectivo. No Reelección”, principios inspiradores de movimientos sociales que regeneraron a la nación mexicana.

Para llegar al lema o?cial o divisa de Jalisco, que desde el 17 de junio de 1911 es “Sufragio Efectivo. No Reelección”, pero ha tenido variaciones por circunstancias políticas según explicaremos más adelante, es indispensable que hagamos alguna disquisición.

La palabra “frase” proviene del griego “phrasis” (hablar) y se hizo común en el siglo XVII. En ese entonces aún se escribía como resabios de la raíz y lastres del castellano : phrafe.

Enseguida sería “phrase” y ?nalmente “frase”, que el diccionario de autoridades nos dice que es “la construcción de algunas palabras, que unidas entre sí, declaran con viveza algún concepto”.

El mismo diccionario incluye la “phrase proverbial”, que hace consistir, en locución que contiene una sentencia, es decir, “dicho grave o sucinto, que encierra doctrina o moralidad, digna de notarse”.

Frase o locución son pues sinónimos, pero si enuncia algo peculiar, con valor moral, se convierte en “máxima” que es una idea, intención, designio o principio adoptado de obrar. En pocas palabras, una norma a la cual se debe ajustar la conducta o el actuar.

La primitiva locución de San Miguel-. ¿Quis ut Deus? no es más que la máxima incontrovertible de “¿Quien como Dios?”, solamente impugnada por el mismísimo Luzbel, con su ¡Non Serviam!, irreverente y soberbio, pero al ?n tipo muy similar de conducta. Catón, con su furibunda ¡Delenda est Carthago! es otro claro ejemplo.

La frase o enunciado, cuando se repite y el ánimo la reconoce, es toda una divisa. Tal es el caso de Pedro el Ermitaño, que al grito de “Dieu le veur” o ¡Dios lo quiere! inició la gesta de las Cruzadas, logrando que la idea se repitiera por Papas, reyes y gente común.

De esa manera, comenzaron los motes heráldicos a ser cada vez mas aceptados y príncipes, linajes o corporaciones las incorporan en sus escudos y documentos.

Cuando se esculpen en esos objetos las leyendas y divisas, así como otras frases, estamos ante las inscripciones, o sea los epígrafes (de epi -sobre y graphein-inscribir) en su acepción de escrito sucinto para indicar algún hecho, idea o empresa importante: “Unión, Religión e Independencia”, que fue la máxima de los proclamadores del ejército trigarante en 1821. Si era llevada la divisa a un documento gubernamental, se convertía en lema o?cial, tal como sucedió al declararse la Independencia de la Nueva Galicia en 13 de junio de 1821, bajo del rubro de ¡Independencia o Muerte! Remontándonos en el tiempo, los caballeros medievales fueron muy inclinados a ostentar divisas, mismas que luego pregonaban sus familiares y aún siervos. Al principio preferían temas religiosos: Ave María (Familia Guerrero) o el “Credo in unum Deum” de los Alesón.

No pudiendo sustraerse al in?ujo monárquico vigente, lo mezclaban con lo divino: Deo et Regi, de los Álvarez de Toledo. A ello le adicionan con la ?delidad: Deo et Regis Fidelis, del apellido O’Daly, y complementando con la patria: Deo, Regi et Patríae Servire, según decían los Valencia.

Si había un ancestro que presumir, se le invocaba: “Descendiente de Pelayo” , sostenían los Obregón, replicando los Alonso: “El linaje de Alonso desciende del Cid”.

Conforme se fueron acentuando ideales patrióticos, se manejaron divisas como la del Marqués de Romana : “La Patria es mi norte”, y que con valentía refuerzan los Pellicer: “Perecer más no huir,” que perfeccionan los Ossorio diciendo que era preferible ser “Perseguidos, más no vencidos”, que ?nalmente concluyen los Condes de Revillagigedo al a?rmar: “Una buena muerte, honra toda la vida”.

Sin embargo, personajes como César Borgia, hacían sentar que “0 César o nada” (Aut César, aut nihil), cuestión que los reyes llevan al extremo, como Carlos V con su “Plus Ultra” o más aún, Luis XIV y su famosa divisa de “Nec Pluribus Impar”, que para los católicos reyes era “Tanto monta, monta tanto, Isabel como Femando”.

Ya arraigadas las divisas en las casas reinantes, sólo hubo un paso para que el reino entero las hiciera suyas y con eso, adquirieran rango de lema o?cial.

En tales condiciones está Dinamarca con su “Dominus mihi adjutor,” (El Señor es mi favorecedor); Rumania, con su beatí?co “Nihil sine Deo” (Nada sin Dios) o el ambicioso de Austria: “Austriae est imperare orbi universal” (Austria debe gobernar el mundo entero).

De España y Francia ya hemos señalado sus frases, mientras que ciudades como París, adoptaron un simbólico “Fluctuat nec mergitur” o “Flota, no se hunde”, que en nuestra Perla Tapatía, equivaldría al minerviano : “Justicia, Sabiduría y Fortaleza, Custodian a esta leal Ciudad”.

De los países de América, podemos citar a la República Dominicana con su lema “Dios, Patria y Libertad”. A la sureña Colombia, que pre?rió “Libertad y Orden”, o al risueño Paraguay que seleccionó “Paz y Justicia” mientras que la bella Venezuela luce como divisa: “Independencia y Libertad, Dios y Federación”; y nuestra Patria ya lo sabemos, el clásico enunciado maderista de “Sufragio Efectivo. No Reelección”, que en nada se parece al orgulloso vecino del norte, el cual presume ser “Uno entre varios”: E Pluribus Unum.

Habiendo cundido entre personas, príncipes, casas reinantes y países, el uso de divisas o lemas o?ciales; era lógico que las instituciones también tuvieran el suyo, ya fueran religiosas, como los jesuitas con su “Ad Majorem Dei Gloriam” o los mínimos de Francisco de Paula y su “Charitas bonitas’’, o bien las culturales, de las cuales es supremo ejemplo la Real Academia de la Lengua Española y su “Limpia, Fija y da Esplendor”, que en México re?eja la Universidad Nacional con su pensamiento vasconceliano de “Por mi Raza Hablará el Espíritu”, o que en Guadalajara se adoptara para nuestra Alma Mater universitaria en 1925, bajo la égida zunista de “Piensa y Trabaja”. Modernamente, la Sociedad de Geografía y Estadística detentaba el lema de “Ilustra, Honra y Une”, que lamentablemente ya no se usa. En cambio el novel Instituto de Ciencias Forenses jaliscienses ostenta el lema : “Scientia Lux Iustitiae” y los Cronistas municipales del Estado a?rman : “Cultura, verdad y civismo, al servicio del pueblo”.

En cuanto a partidos políticos, todos suelen poseer una frase o?cial : el PRI, la de “Democracia y Justicia Social”; el PAN, “Por una Patria Ordenada y Generosa”’ y el PRD, “Democracia Ya, Patria para Todos”. De los de corte histórico, no cabe dura de que el Partido Católico Nacional con su lema: “Dios, Patria y Libertad” y el Antireeleccionista, con el de “Sufragio Efectivo. No Reelección”, son los más recordados.

Sin olvidar entonces, que las frases contundentes por lo general quedan en el uso común de los pueblos, o re?ejan actitudes y anhelos, como el célebre “Veni, vidi, vici”, de César al informar al senado romano sobre su triunfo en Zela, o el alarido del populacho “¡Chris- tiani ad leones!” que Voltaire endereza a la jerarquía clerical, al espetar su fogoso “¡Ecrassez ¡l’infame!” (Aplastemos lo infame), soportado por el resignado apotegma de Vicente Ferrer: “¡Timete Deum et date illi honorem!’” (¡Temamos a Dios y démosle todo honor!). Las locuciones signi?can un dato interesante y a veces de?nitivo, del espíritu y proyecto de todo un pueblo.

Así pues, amparados en la divisa de una noble casa hispánica, que asegura que “Quien no pretende subir, vive para no vivir”, pero como completamos los tapatíos, además “Hay que servir para acreditar que servimos para vivir,” recorreremos ahora las frases o?ciales utilizadas exclusivamente en México y particularmente en Jalisco.

El año de 1519 se inicia la conquista de Anáhuac, y el intrépido Hernán Cortés adoptó como frase o divisa la siguiente leyenda : “Amici sequamur crucem: si enim ?dem habuerimus in hoc signo vincemus” es decir, que si todos seguían la cruz con ?delidad, vencerían. Y así fue, según lo prueba la historia, pues en 1521 caía la opulenta Tenochtitlán y poco tiempo después, a partir del siguiente año, llegan los primeros conquistadores a lo que hoy es Jalisco, que por cierto, al ser parientes y subalternos del extremeño Cortés, no cabe duda de que también creían en la divisa cortesiana.

En 1530 nos llegó el “Muy Magní?co Señor”, don Nuño Beltrán de Guzmán, quien escribe una carta al rey de España, iniciando así los documentos o?ciales por estas tierras. El encabezado alude al monarca y dice: ”Sacra Católica Cesárea Majestad”, lo cual fue ?rmado el 8 de julio del citado año.

Consumada la conquista del occidente mexicano, sobrevino la rebelión de los indígenas jaliscienses-cazcanos, entre los cuales sobresalen los caudillos Coaxicar y Tenamaztli, acuñaron la famosa frase- “Ashcanquema téhual náhual,” es decir: “Hasta tu muerte o la mía”.

Tenemos así la contraparte de los idearios forjados por los conquistadores.

Ya bajo la forma de vida impuesta en el largo período colonial, los escritos o?ciales, si eran dirigidos al rey, llevarán además de la más que respetuosa dirección, el remate de “Dios Nuestro Señor guarde la Cesárea Real persona de Vuestra Majestad, por felices y largos días, para bien de sus vasallos”. (Informe de Fr. Antonio Alcalde al Rey, 17 de marzo de 1775, sobre la conveniencia de que hubiese Universidad en Guadalajara).

Por lo que ve a la autoridad civil, era un poco menos protocolaria que la eclesiástica pues
a sus escritos los concluía con un más sobrio. “Dios guarde muchos años a Vuestra Majestad”. (Memorial del 13 de junio de 1788, del Ayuntamiento de Guadalajara al Rey).

Por lo que ve a los documentos y mandatos de la Audiencia y los gobernantes de la Nueva Galicia, sólo cerraban diciendo: “Por mandato de la Real Audiencia” o en su caso, “Por mandamiento de Su Alteza”(Sa).

Ya en el siglo XIX, en sus albores el “Dios Guarde a Vuestra Merced muchos años”, era la frase común para concluir todo escrito o?cial.

En no pocas ocasiones, en obviedad de repeticiones o por economía, los remates de los o?cios de gobierno solo llevaban un apretado: “Dios Guarde” y luego la fecha (Comunicación del Real Acuerdo y Ayuntamiento de Guadalajara al Virrey, sobre ocurrencias en la ciudad al saberse la prisión de Fernando VII, 27 de Julio de 1808).

Estallado el movimiento insurgente, el Dr. José Simeón de Uría, que viajaba a España como Diputado por Nueva Galicia, avisa al Ayuntamiento tapatío sobre el alzamiento, estando en Arroyo Zarco, cerca de México. El ?nal de la carta es el acostumbrado : “Dios Guarde a V. S. Muchos Años”. (Carta del 21 de septiembre de 1810).

La alarma cundió y se integró la Junta de Seguridad de Guadalajara, la cual ordenó se organizaran fuerzas. El ?nal de su mandato es igual: “Dios Guarde a V. S. Muchos Años”. (2 de octubre de 1810, al Ayuntamiento de Guadalajara).

En este mismo mes y año, el Padre Hidalgo dio a conocer su proclama en la que se alude al “mal gobierno” y se vislumbra el objetivo de unión, religión e independencia. Al concluir el documento, escribe su tonante “¡Muera el mal gobierno!” que bien pudiera ser el primer lema o?cial mexicano, junto a otro que antepone y se dice con signos de admiración: “¡Viva la Patria!” En el célebre decreto de la abolición de la esclavitud del 6 de Diciembre de 1810, al refrendarlo el Secretario don Ignacio López Rayón, sólo dice : “Por mandato de S.A.” (Su Alteza).

Durante todo el período de la guerra por la Independencia, desde José Ma. Mercado, el Jefe de las Armas del Poniente hasta El Amo Torres, gran caudillo libertario que obtuviera la gran victoria de Zacoalco del 4 de noviembre de 1810, el rubro de las comunicaciones invariablemente son: “Dios Guarde a V.S. Muchos Años”, con ligeras variaciones, como la V.S. por V.E. y así sucesivamente.

En las inscripciones de este tiempo, destacan las iniciales impresas en la bandera del Siervo de la Nación, Don José María Morelos, que eran V.V.M., es decir: “Viva la Virgen María”.

Viene la heroica gesta de los Defensores de Mezcala en Chapala, las hazañas de Pedro Moreno, su esposa doña Rita Pérez de Moreno y el gran Navarro Francisco Javier Mina. La frase coloquial seguía sirviendo para concluir todo tipo de o?cios. Si bien con la liberal Diputación Provincial, en lugar de V.E. solo se decía “Usted”. “Dios Guarde a Ud. Muchos Años”.

Por ?n, luego de que la Constitución de Cádiz, fue restablecida en 1820, se acelera el proceso de Independencia, y en la Proclama de Agustín de Iturbide del 24 de febrero de 1821, en Iguala, se rubrica el documento con un vibrante ¡Viva la América Septentrional Independiente, de todas las Naciones del Globo!, enhebrada a la religión y la unión.

En la Nueva Galicia, ahora Intendencia de Guadalajara, el 13 de junio de 1821, se declara la emancipación al grito de “Independencia o Muerte”, por las tropas de la Provincia estacionadas en San Pedro, Tlaquepaque.

En todo el país, se comenzó a poner el año de la Independencia al ?nalizar el texto de los o?cios. Así, se decía por don José Antonio Andrade y Baldomar, Luis Quintanar o cualesquiera otra autoridad: Guadalajara, 16 de junio de 1822, primero de la Independencia.

En sus escritos, el Congreso del Estado y el Gral. José Joaquín de Herrera, que fue frustrado Jefe Político de Guadalajara nombrado por el Gobierno de México, estampaban la frase de “Dios y Libertad” (documentos de septiembre y octubre de 1823).

Al establecerse el Congreso Constituyente en ese mes de septiembre de 1823, se dice en el decreto número 1 de 26 de septiembre : “3° de la Independencia y de la Federación de Xalisco”, que luego se aclara en el número 2 del día siguiente: “3° de la Independencia y 1° de la Federación”.

Quizás el Plan Revolucionario que primero utiliza un lema que alude principios esenciales para convencer al público, es el de José Ma. Lobato de 23 de enero de 1824, que menciona a la “Justicia y Libertad”.

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