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Cataluña

Tus costas luminosas atraen nuestra mirada:
la mirada de nuestro espíritu. Desde Castilla y desde Vasconia, vemos a lo lejos la faja de oro y de luz de las costas mediterráneas.
Desde lo más alto de Cataluña se extiende el dentelleo de la costa,
Hasta los con?nes de Alicante. Y en la frente está la predilecta
Mallorca; Mallorca, con el oro y el azul y el morado del agua en
Sus calas profundas. Cataluña: tu nombre representa para España
La vida, el tumulto, el movimiento, el fervor del mundo durante muchos siglos.

Cataluña tiene sus montañas llenas de soledad y sus masías en
que la tradición es inconmovible; sus campanarios, blancos y
cuadrados, llegan casi hasta las olas azules.

Azorín
 

Notario José Luis Aguirre Anguiano 

El Mediterráneo, que los Romanos llamaron el “Mare Nostrum” sigue siendo para nosotros mexicanos, también nuestro un “Mare Nostrum” tal y como lo son el Atlántico y el Paci?co.

Del Mediterráneo vino parte fundamental de nuestra cultura entendida ésta no solo como forma elevada de pensamiento, que también lo es, sino como costumbres, formas de vida y, en resumen, la perspectiva que conforma nuestra cosmovisión.

El ?losofó y poeta Jaime Labastida quien actualmente se encuentra al frente de la editorial siglo XXI en un interesante artículo en el cual glosa la publicación de “México Antiguo” de Morgan y Bendelier a?rma que:

“Es obvio que la mayoría nacional mexicana es occidental; hablamos español, por ejemplo. Aunque es evidente que tenemos diferencias respecto a las culturas europeas que es un cierto carácter que proviene de la diversidad de las culturas mesoamericanas; eso es, precisamente, lo que nos hace distintos frente a los españoles peninsulares o frente a otros países latinoamericanos. Pero no cabe duda que tenemos una mentalidad occidental.

Estamos formados en una mentalidad europea, estrictamente hablando occidental. Lo que ocurre es que en ocasiones ciertos vicios del lenguaje nos hacen caer en formas incorrectas y decimos: los mexicanos fuimos conquistados por los españoles. Pero México, como tal, no existía en aquella época; por su parte, España empezaba a formarse en aquel tiempo. Lingüísticamente el castellano se volvió español que después fue lengua universal y que sirvió de lengua franca a los diversos pueblos de la península.”

Por lo anterior, eventos como la FIL (Feria Internacional del Libro), que en el 2004 se efectúa en homenaje de la cultura catalana es, para todos los tapatíos, un reencuentro con los orígenes de su propia cultura, como lo son todos los pueblos de España, y una oportunidad para constatar los caminos que cada uno de los países que forman parte del ámbito hispano-mexicano han seguido para la resolución de sus problemas y enriquecimiento de sus formas de vida.

En la FIL no solamente se encuentran entre nosotros personalidades señeras como Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Ramón Xirau, Antonio Skármeta, Juan Goytisolo y Carlos Castresana, sino que también mas de 600 integrantes de la delegación de la Comunidad Autónoma de Cataluña y personajes tan importantes de la política Peninsular como la Excelentísima Embajadora de España; Doña Cristina Barrios Almanzor, el Presidente de la Comunidad Autónoma de Cataluña el Honorable Pascual Maragall y el ex-presidente de la misma Comunidad, que forma ya parte importante de la reciente historia de la transición española a la democracia: Jordi Pujol.

Resulta sumamente interesante para nosotros, la representación de la cultura catalana, pues quizás sea de las aparentemente menos conocidas por nosotros iberoamericanos y paradójicamente de las más ricas de esa piel de toro que se llama España. Digo “aparentemente menos conocidas”porque la riqueza del Románico Catalán, el Gótico y el Modernismo Barcelonés, la belleza incomparable de las voces más famosas de la ópera moderna como la soprano Montserrat Caballé, la impar mezzosoprano Teresa Berganza y las esplendidas voces de los tenores José Carreras y Jaime Aragall, forman ya parte de la cotidianeidad hispanomexicana, donde aún suenan los ecos del gigante del violonchelo, Pablo Casals, quién tantas veces compartió el azul de nuestros cielos.

La Constitución Española, con ya más de veinticinco años de vigencia, es un ejemplo a seguir para todos los países iberoamericanos que estamos en busca de las mejores formas de estructuración del Estado y el respeto a la democracia y los derechos humanos.
Adolfo Suárez presidente de los dos primeros gobiernos de la transición española dice, y con razón:

“Nuestra historia nos ha dado numerosos ejemplos de Constituciones que sólo representaban la imposición de algunos españoles sobre otros.Eran consecuencia de una revolución, un golpe de Estado, una guerra civil o un pronunciamiento. Esta vez no debía suceder lo mismo.

Nuestra democracia es el resultado de un profundo entendimiento común, y la Constitución que la consagra y organiza debía ser el resultado de un consenso generalizado. Como se ha dicho la Constitución se basa en el pacto, un gran pacto nacional, pero no entendido como mera transacción, sino como unión de voluntades que, como tal pacto, no puede ser unilateralmente revisado, aunque si pueda ser reformado y desarrollado consensualmente.” 

El escudo constitucional del reino de España, de gran belleza heráldica, como todos ustedes saben, lleva cuatro cuarteles, la corona real y las columnas de Hércules con el lema: plus ultra. Así como el escudo de granada y las tres ?ores de lis de la monarquía Borbónica.

Pero lo que en este momento viene al caso es que, en uno de los cuarteles del escudo mencionado, precisamente el tercero, se encuentra un símbolo de austera belleza y profunda signi?cación histórica, así como impresionante sobriedad: cuatro barras verticales de gules (color rojo) sobre campo dorado, este ultimo cuartel es de símbolo del Reino de Aragón y Cataluña, mismo símbolo que con ligeras variantes tienen los escudos de la comunidad Valenciana y las Baleares que fueron parte en la historia medieval de los territorios integrantes de la corona de Aragón de España, antes de la uni?cación de los Reyes Católicos.

Históricamente podemos recordar el nacimiento de ese símbolo en el Mediterráneo cuando el territorio que actualmente forma la comunidad actual de Cataluña, fue poco a poco rescatado a la invasión musulmana con la ayuda de los francos, que fundaron la “Marca Hispánica” creada por el hijo del Carlomagno, Luis el Piadoso, quien para salvaguardar sus territorios allende de los Pirineos fundó once condados, a cargo, cada uno, de un conde franco.

Uno de esos condes: Wilfredo el Belloso, a ?nes del siglo IX acudió en defensa del rey franco Carlos el Calvo atacado por los normandos, siendo herido el conde en una batalla que se decidió a favor del Rey Carlos por el valor y audacia de dicho conde.

El rey franco decidió premiar al conde, el cual le pidió solamente que se le otorgara un símbolo heráldico para su escudo, el cual, como buen caballero medieval que era, en busca de aventuras, lo llevaba simplemente pintado de dorado, en la espera de blasones que lo adornaran por alguna de sus hazañas. Se dice el rey respondió a la petición de su ?el vasallo mojando los dedos de la sangre que manaba de las heridas del conde y dibujando sobre su escudo, con sus propios dedos las cuatro barras de sangre que forman la divisa y la bandera de la actual Comunidad Autónoma de Cataluña.

Otra peculiaridad sumamente importante de Cataluña la constituye su lenguaje privativo pues constituye una de las comunidades autónomas que dentro de España tienen la enorme suerte de poseer dos idiomas propios que han sido impuestos gracias al impulso y voluntad social de las mayorías. Ambas lenguas romances, derivaciones del latín, se formaron históricamente in?uyéndose mutuamente, pues el “Catalán se encuentra lleno de castellanismos y el castellano lleno de catalanismos” según dice el gran ?lólogo Corominas.

La realidad bilingüe de los catalanes atinadamente nos las describe el gran ?lósofo Julián Marías quien así lo expresa:

“Los catalanes sienten su idioma peculiar como irrenunciable. Una gran parte de ellos lo hablan con plena espontaneidad y naturalidad, como algo obvio; están instalados en él con holgura; es su lengua cotidiana, en la que automáticamente rompen a hablar, en la que inician una conversación, en la rezan y multiplican y sin duda sueñan. Salvo los muy viejos o residentes en medios rurales y aislados, poseen el español, lo entienden perfectamente, lo hablan a veces admirablemente, a veces mal que es exactamente lo que les pasa a los hombres de Castilla, Aragón, Andalucía o Asturias. Transitan del catalán al español, sin di?cultad, tan pronto como su interlocutor les habla la lengua común, y sienten la tendencia de volver al catalán cuando hablan con las personas que habitualmente lo usan.” 

Afortunadamente esa gran riqueza lingüística no es solo una situación “de facto” sino es un derecho consagrado por la Constitución Española la cual, en su Preámbulo establece, reconociendo la realidad multicultural de España que la Nación Española tiene, entre sus principales objetivos, además de la justicia, la libertad, la convivencia y el bienestar de todos los españoles: “Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos sus culturas y tradiciones sus lenguas e instituciones”

Así mismo el artículo tercero de la Constitución establece que: 

“El castellano es la lengua española o?cial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.

Las demás lenguas españolas serán también o?ciales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos.

La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.”

Actualmente los estatutos Catalán, Vasco y Gallego declaran la o?cialidad de sus respectivos idiomas, junto con el español o castellano y la ley 25 / 1999 del 6 de julio declaró también o?ciales las denominaciones Alacant Castelló y Valencia para las provincias que integran la comunidad Valenciana.

“El último párrafo del artículo tercero -nos dicen Laura y Ramón Tamames- se re?ere a la riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España como patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección. Entre esas modalidades cabe mencionar las formas especí?cas del habla que no tendrán carácter de lenguas o?ciales, pero serán objeto de respeto y protección en el marco de los respectivos Estatutos. Se trata fundamentalmente, del aranés (Valle de Arán), la fabla aragonesa de los Pirineos, el bable de Asturias, etc. Y cabe también que el día de mañana, cuando Gibraltar se incorpore a España, el inglés sea igualmente un habla peninsular, reconocida y garantizada en su ámbito por el eventual Estatuto gibraltareño de autonomía”.

La riqueza de Cataluña ha trascendido a América y muy particularmente a México no obstante que históricamente desde antes de la uni?cación española de 1492, el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV contrajo matrimonio con la sucesora del Reino de Aragón y produjo la alianza que fructi?có a bene?cio de ambas partes durante siglos imponiendo, él y sus sucesores la in?uencia catalana. Por ejemplo Jaime I conquistó el reino de Mallorca e Ibiza, Berenguer III se apoderó del reino de taifa de Valencia, y, el reino CatalanoAragonés, llego a conquistar Sicilia los ducados de Atenas y Neopatría, la isla de Cerdeña y el reino de Nápoles.

Nápoles duró largos siglos bajo la in?uencia catalano- aragonesa y por tanto española, tanto que, al trasladarse Carlos III de Borbón, de su reino Nápoles a España cambió la bandera española adoptando los colores del reino de Nápoles que son el rojo y gualda que actualmente tiene. Resulta conmovedor que uno de los mayores homenajes que recibiera nuestra Décima Musa Sor Juana Inés de Cruz viniera de un gran poeta Napolitano: Zatrilla, quien se re?ere a ella, en un extensísimo poema que le dedica, como a una “paisana”, pues, tanto Nápoles como la Nueva España pertenecían entonces a un solo país: España.

El hecho de que los catalanoaragoneses se volcaran hacia el Mediterráneo trajo dos consecuencias muy trascendentes: la primera la apertura del puerto de Barcelona como uno de los principales ejes comerciales del mundo entonces conocido y, la escasa participación que los catalanoaragoneses en la primitiva conquista y población de América que, correspondió jurídicamente a Castilla, al Señorío de Vizcaya, y todo el País Vasco peninsular, así como a Extremadura y Andalucía que de ella formaban parte.

No obstante lo anterior Cataluña a tenido una verdadera vocación americanista pues no solo personajes como Fray Junípero Serra participaron en la conquista y evangelización del norte de México y el sur de Estados Unidos, sino que algunos de los clásicos apellidos catalanes y aragoneses como Blasco, Ferrer, Soler, Martí, Ponce, Riera, Durán, Moya, Reus, Remus y un largo etcétera, son ya comunes en nuestra población, y, sobre todo, la in?uencia de la cultura catalana ha trascendido enormemente en las ciencias, las artes, la literatura y el derecho de nuestra patria.

Nuestra cultura no estaría completa si la in?uencia artística de Dalí, Miró, y la in?uencia literaria de Eugenio d´Ors, Ana Maria Matute, y Joan Maragall e innumerables escritores poetas y ?lósofos del exilio republicano.

El Derecho Catalán, que gracias al estatuto de autonomía, que dicho sea de paso, reconoce expresamente a la Comunidad Autónoma de Cataluña, competencias aún mayores que las reconocía la Constitución Republicana de 1931, y son mucho más amplias que las que tienen cada uno de nuestros Estados “soberanos” que forman la federación mexicana, curiosamente, y por razones históricas derivadas de la primera Republica, la España de las Autonomías no han querido llamarse a sí misma una federación de Estados siendo dicho sistema político, en mi opinión, una especie dentro del genero de “federación”

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